La pequeña guerra de Margot Capítulo 8 FINAL
La pequeña guerra de Margot
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Miguel Angel Marchan Huaman
Capítulo 8
Margot abrió los ojos y vio su techo, su suelo, sus muebles y a una niña de cabello rubio corto.
Su hija.
Lo primero que hizo Margot fue desconfiar. No era la primera vez que se veía transportada en la sala de su casa. Ocurrió diez veces y en todos esos casos murió de forma horrible.
Margot sacó una daga de su armadura. Estaba dispuesta a matar al enemigo antes de que este tuviera la oportunidad de atacar.
La niña comenzó a cantar.
Margot soltó el cuchillo. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Todo su rostro se humedeció de inmediato.
–Emily — balbuceó la guerrera cansada. Margot le había enseñado esa canción.
Se la había cantado religiosamente todas las noches que estuvo en casa. No era solo una canción de cuna. También era un código de confianza.
Margot abrazó a su hija y comenzó a llorar a moco tendido. La guerrera jamás había llorado de esa manera. Ni siquiera en los funerales de sus mejores amigos. Emily también abrazó a su madre muy confundida. Ella no sabía que estaba pasando.
—¿Te encuentras bien?
—Ahora que estás aquí, nunca me había sentido mejor. Eres real. Eres mi hija.
—Si soy tu hija. No me esperaba este recibimiento. ¿Qué es esa cosa que tienes en la cabeza?
Zazz regresó a la sala. Sostenía un plato con un sándwich de jamón y unos trocitos de queso. Vio a Margot, liberada de su maldición, y a una niña muy parecida a ella.
—Maldita sea.
El escuchar la voz de Zazz fue suficiente para que Margot estallara en rabia. Saltó hacia Zazz como si fuera un animal salvaje. El plato voló y su contenido se separó al igual que los dientes de Zazz después de primer golpe.
Margot golpeó a Zazz varias veces sin dejar de gritar y escupir. Amasaba la cara de su invitado con cada puñetazo. Escuchaba como los huesos de su mandíbula se partían en dos o tres partes y veía como uno de sus ojos salía de sus órbitas.
Margot siguió golpeando.
Emily se aclaró la garganta. Margot se puso de pie sin soltar a su presa.
—¿Quién es él mamá? — Emily sonrió con malicia — ¿Tu nuevo novio?
Margot soltó a Zazz como si fuera el cadáver de un gato. Le dio una patada.
—Esta cosa no es mi novio — respondió Margot dejando más confundida a la niña.
Para Margot eso era bueno. Mientras menos sepa ella de Zazz, mejor. Margot se alejó de su invitado y se acercó a su hija. Le puso las manos en sus hombros y la miró a los ojos. Si no fuera por el lunar en la mejilla izquierda, Emily y su madre serían como dos gotas de agua.
—Emily — dijo Margot seriamente — ¿Qué estás haciendo aquí? ¿No deberías estar con tu padre?
Emily se alisó la falda. Sus ojos se volvieron rojos y un par de lágrimas se escaparon.
—Es que… papá trató de abusar de mí.
—¿Qué? — ladró Margot furiosa.
—Zazz aprueba esto — dijo Zazz sin dejar de reírse.
Margot le dio una patada en las costillas, le rompió cuatro. Luego enfocó toda su atención en su hija. Su rostro era la viva definición de la desesperación.
—¿Qué tu padre hizo qué?
Una sonrisa diabólica apareció en los labios de la niña. Esta resaltaba más gracias a sus mejillas coloradas.
—Es una broma, mamá.
—No vuelvas a bromear así. Estaba a esto — hizo una separación de un centímetro con sus dedos — de ir a su casa, castrarlo y volver a pegar sus testículos con cera caliente.
—¿Puedo ver?
—Me alegro de volver a verte — Margot abrazó a su hija con todas sus fuerzas. Suspiró —. Espero que no hayas venido solo a decirme esto. ¿Dónde está tu padre?
—Está en la casa. Me aburrí de estar con él. No me deja hacer nada. Para él todo es estudiar, estudiar, estudiar. Por eso escapé de casa y vine directamente hacia acá.
—¿ Cómo…?
—¿Quién me enseñó a usar la espada?
—Yo.
—¿Quién me enseñó a diferenciar las plantas comestibles de las venenosas?
—Yo.
—¿Quién me enseñó a hacer una fogata en cualquier superficie?
—Yo.
—¿Quién me enseñó a pelear contra hombres que miden el doble de mi tamaño?
—Yo.
—¿Eso responde tu pregunta?
Margot asintió y volvió a abrazar a su hija.
—Debí haber venido a buscarte antes.
Margot quería decirle muchas más cosas a su hija. Qué la amaba con todo su corazón. Que su padre podía irse al diablo. Que podía quedarse todo el tiempo que quisiera.
—¿Por qué no me dijiste que tenías una hija? Eso me ofende. Creí que eramos amigos.
La voz inhumana de Zazz alertó a Margot. Ella se había olvidado de su presencia. Zazz estaba de pie, su rostro tenía tres tipos diferentes de morado y le faltaba uno de sus ojos.
Escupió dos dientes.
—Emily, primero tengo que encargarme de esta basura y luego podremos continuar con nuestro momento madre e hija.
—¿Puedo ver?
—Claro que sí.
Un par de alas de murciélago salieron de su espalda destruyendo su saco y su camisa. Emily gritó y le preguntó a su madre: «¿Qué diablos es esa cosa?»
Margot no respondió. Tenía otras cosas que preocuparse. Una vez que se haya deshecho de Zazz, Margot tendrá una larga conversación con su hija.
Mucho que explicar.
Margot, con cuchillo en la mano, corrió hacia Zazz. Este se elevó hasta quedar fuera del alcance de Margot. Le dio una patada en la cara.
Emily gritó «mamá».
—Maldita perra. No tienes idea de lo mucho que amaba este traje.
Miró a Emily con ojos hambrientos. Emily no tuvo oportunidad de huir, Zazz voló y se puso detrás de ella en menos de un parpadeo. La puso muy cerca de su pecho. Emily se sorprendió. No podía escuchar los latidos de su captor.
Margot escupió sangre y se levantó.
—Suelta a mi hija, monstruo.
—Tu hija por el casco no me parece un trato justo. ¿Qué te parece esto? ¿El casco y una bala?
—¿Qué es una bala?
Una pistola apareció en la mano de Zazz. Sin pensarlo por un segundo, disparó. La bala atravesó la cabeza de Margot. Ella cayó al suelo.
—¡Mamá! — gritó Emily.
—No llores por esa puta — Zazz pasó su mano por su cara. Su rostro magullado cambió. Mucho. Ahora tenía el rostro de Margot —. Yo puedo ser tu mamá.
Emily gritó más fuerte. Zazz le cubrió la boca con una mano peluda, más cercana a la pata de un animal que a una mano humana. Se mordió dos dedos de la otra mano, se los tragó. Manchó la pared que tenía detrás con su sangre. Esta se dividió mostrando una cascada de sangre.
Zazz saltó hacia atrás.
Margot despertó dos minutos después con mucho dolor de cabeza. Se quitó el casco. No funcionaba. Tenía una bala en el centro.
—Maldita chatarra.
Margot vio la pared dividida y la cascada de sangre. Ella sabía hacia donde tenía que dirigirse para rescatar a su hija. Margot sintió un dolor punzante en el estómago. La herida seguía abierta y emanaba un desagradable olor a pus.
No le importaba. Su hija era todo su mundo.
Sacó su espada y se golpeó el pecho.
—En honor a la poderosa tierra de…
Las paredes se fueron cerrando.
—A la mierda.
Margot entró a la cascada de un salto. Ella iba a rescatar a Emily cueste lo que cueste.
Las paredes se juntaron y la cascada desapareció.
Margot había regresado al campo de batalla.
La noche en la que nació Emily fue la noche más feliz de toda su vida.